Yo soy el artesano, la artesana, de mi propia vida

En el capítulo 2 de la Biblia encontramos un fragmento que es entrañable: «Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente. Luego plantó Yahveh Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado.» (Gn 2,7-8). Adán, «el ser humano», es puesto en este mundo donde no puede vivir como un ángel ni como un extraterrestre sino que debe tener los pies en el suelo y afrontar la realidad. La existencia se le presenta a diario, como don, como posibilidad abierta, libertad responsable... y, a su vez, como riesgo y desafío. Por eso hay que discernir constantemente y tomar opciones, algo no siempre fácil.

Fecha de publicación:
25 | 1 | 2024
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El ser humano es un ser “relacional” ya desde el inicio. Está llamado a vivir en diálogo con la realidad, básicamente a tres niveles, diferentes y complementarios: relación con la naturaleza, es decir con los distintos seres del cosmos, con el tú de los demás seres humanos, y con el Tú de Dios.

En los distintos niveles puede realizarse y tener éxito o fracasar y perderse. Puesto a vivir en relación, se ve sacudido por diferentes experiencias, a veces muy contradictorias: puede ser dueño, estar por encima de mucha gente, pero al mismo tiempo experimentar la soledad; tener una relación magnífica con un tú que le complementa, pero sabe que en cualquier momento esta relación puede resultar efímera y fracasar; siente la tentación de ir más allá, romper los límites como criatura y convertirse en omnipotente como un dios, pero... acaba de rodillas, frustrado en la vulnerabilidad y la desnudez. Asimismo, experimenta la naturaleza como madre-tierra, paraíso y hogar, pero a veces se convierte en un lugar de tragedia, de precariedad y de muerte; el trabajo es gratificante, por un lado, pero por otro es cansado, fatigoso e incluso decepcionante; Dios es un ser cercano y amigo, pero puede también esconderse y ser desconcertante.

Génesis 2 nos presenta la cara gratificante de la existencia humana y Génesis 3 nos presenta los límites, el desconcierto, los retos. La gran cuestión que late debajo de esta doble página –con rasgos míticos y sapienciales al mismo tiempo– es cómo acertar con el camino que nos lleve a una existencia serena, pacifica, fecunda, evitando los escollos que puedan arruinar el proyecto de Dios, un Dios que quiere la felicidad del ser humano y lo coloca en un jardín para que cuidándolo se realice y viva en armonía con todo y todos los que le rodean. (Volveremos sobre este punto en otro momento). De ahí la importancia de la Sabiduría.

​La vida es una obra de arte

Una obra de arte en la que él es el producto y el autor al mismo tiempo y cada día debe salir al paso de nuevos retos en esta apasionante tarea. Paso a paso, va cincelando, retocando, esta obra de arte. Por lo cual debe aprender a gestionar y hacer buen uso de su libertad, sortear obstáculos, hasta llegar a encontrar su lugar y misión en este mundo; es decir, el sentido de su vida.

De ahí que este artesano o artesana, necesite disponer de una herramienta muy especial: la ḥokmah[1] (sabiduría). Ella le ayuda a discernir, le enseña, le corrige, le guía y le aconseja en todo momento porque es la gran Maestra.

La vida de todo hombre y de toda mujer es un desafío constante, todos los días y a lo largo de su trayectoria humana, porque si bien es cierto que todo es bueno, no todo me conviene, al menos en todos los momentos y situaciones. La convivencia cotidiana, el trabajo, las contrariedades que se nos presentan, el sufrimiento y, sobre todo, temas tan primordiales como la propia vida, la muerte, Dios... ¿no es cierto que nos plantean muchos interrogantes? Este espacio quisiera brindar unas sencillas 'cápsulas' por si pueden ayudar. El cardenal Martini decía que la Biblia es un libro que educa, no sólo como obra literaria sino como texto sapiencial. Describe los acontecimientos de un pueblo acaecidos en el marco de la relación con otros pueblos, a través de un camino progresivo de liberación, de toma de conciencia, de crecimiento de la responsabilidad personal, proporcionando un paradigma histórico válido para toda la historia de la humanidad.

 

 

[1] Puedes ampliar su significado en el apartado Vocabulario