Vocabulario

Dado que en los diferentes textos aparecen palabras de origen hebreo, que pueden resultar desconocidas por algunos lectores, existe un apartado con diferentes palabras. Para facilitar la lectura, puede accederse a la palabra en concreto desde el mismo texto.

  • Ḥokmah (sabiduría)

    Las palabras sabio y sabiduría vienen del verbo latino sapere, que significa “percibir, comprender, saborear”. En la Vulgata estas palabras traducen habitualmente los términos griegos de la versión de los LXX σoφός/σoφία, que traducen, a su vez, las palabras hebreas derivadas de la raíz ḥakam. Esta raíz designa de forma indiferenciada la esfera “sapiencial”, es decir, la esfera de la razón, de la inteligencia, del saber, así como de la destreza, el ingenio.. Ahora bien, nos es difícil dar una definición precisa y concreta de este término, dado que el abanico de matices es grande y complejo. Como todos los pueblos, Israel tuvo también un saber práctico, fundamentado en las leyes que determinan la vida humana. Es decir, ciertas experiencias, observadas atentamente, se confirman una y otra vez y se formulan más tarde en forma proverbial. En el Antiguo Oriente, esta sabiduría se apreciaba como un bien cultural. De ahí que los reyes se sintieran obligados a favorecerla y cultivarla; la corte de Salomón sería un buen ejemplo de ello. Pero la sabiduría israelita –a diferencia de otros pueblos– presenta un sello especial al vincular la sabiduría con la fe en Dios. Si, bien es una cualidad natural humana, fruto de la educación y de la experiencia, es también un atributo de la divinidad, atributo que Dios concede, gratuitamente, primero a unos pocos y más tarde a la totalidad del pueblo de la Alianza (lo podemos ver en los libros sapienciales). Podríamos resumirlo diciendo, sencillamente, que la sabiduría no es algo meramente nocional sino que es el arte de saber comportarse en la vida de tal modo que, a pesar de los temporales,  la nave de la propia existencia pueda llegar a buen puerto

  • Jasidim (llamados también asideos)

    La palabra significa ‘piadosos’, un grupo que, según el primer libro de los Macabeos, se erigió en defensor de la fe y de la práctica de la justicia en su lucha contra las prácticas paganas de los reyes seléucidas. Al ver cómo el rey Antíoco IV ordenaba destruir los libros sagrados, prohibía el cumplimiento de la Ley de Dios y ordenaba el culto a los ídolos, entronizando la estatua de Zeus en el mismo templo de Jerusalén, los jasidim se retiraron a las montañas, uniéndose a Matatias y sus hijos, los llamados ‘Macabeos’. La palabra 'macabeo' en hebreo significa “martillo”. Los hijos de Matatías recibieron este nombre a causa de Judas que, con su guerra de guerrillas, se convirtió, para los seléucidas, en un verdadero “martillo” golpeando una y otra vez a sus ejércitos. De ahí que los hermanos macabeos se convirtieron en un símbolo de resistencia. En el año 162 aC., acabada la guerra, los jasidim depusieron las armas. Es posible que de este grupo salieran más tarde los fariseos y los esenios.

  • Leviatán

    Según el diccionario, la palabra hebrea liwyātān, que traducimos por ‘Leviatan’ es el nombre de una serpiente mítica que vivía en el fondo de los océanos; una especie de representación de las fuerzas maléficas, hostiles a Yhwh. Leemos por ejemplo en Is 27,1: «Aquel día castigará Yahveh con su espada dura, grande, fuerte, a Leviatán, serpiente huidiza, a Leviatán, serpiente tortuosa, y matará al dragón que hay en el mar.». Leviatán viene a ser, por tanto, la personificación de los monstruos marinos que simbolizan el caos, es decir, las potencias del mal opuestas a la creación de Dios.

  • Shalom

    La palabra hebrea Shalom es de una gran riqueza. Designa la totalidad íntegra del bienestar objetivo y subjetivo, vinculado a la felicidad, la salud y la justicia. Al traducir la biblia al griego, la Septuaginta, tradujo shalom por eirene, palabra que hace referencia al estado y al tiempo en que no hay guerra, pero todos sabemos por experiencia que, a pesar de no estar en guerra, nos falta a menudo la plenitud que tanto anhelamos. La Vulgata traduce shalom por pax, palabra latina que, para los romanos, expresaba la certeza basada en unos acuerdos previamente estipulados y aceptados. Los romanos utilizaban esta palabra en los tratados de no agresión. De ahí que, como podemos ver, la palabra shalom, pierde con el tiempo parte de su sentido original. 
    Shalom nace de una raíz que designa el hecho de encontrarse intacto, completo, como, por ejemplo, terminar una casa. También puede referirse al acto de restablecer las cosas a su estado primigenio, como sería el caso de apaciguar a un acreedor o cumplir un voto. De ahí se deriva que la paz bíblica no sea tan sólo un 'pacto' que permita disfrutar de una vida tranquila, (como sería en el caso de la pax romana), o un tiempo de paz en oposición a un tiempo de guerra (eirene), sino que designa el bienestar de la existencia cotidiana, ese estado de la persona capaz de vivir en armonía con la naturaleza, con ella misma, con los demás y con Dios.
    Más que una definición, siempre discutible, conviene remarcar que esa paz, incluso cuando se refiere directamente a los bienes materiales, no se limita exclusivamente a ellos; así como su alcance no se ve restringido en el ámbito temporal. Si se habla de la vida, se trata de una vida en plenitud: una vida que llena ciertamente la existencia terrenal, pero que, de alguna manera la trasciende al proyectarla al más allá, al Transcendente. De ahí que la noción de shalom tenga, en la biblia, una importancia capital. Para los hombres y mujeres de la Biblia, shalom es un don de Dios, un don que se pide con insistencia. Si profundizamos en los textos, podemos captar que lo que unifica todos los valores, diversos pero convergentes, comprendidos en la noción bíblica de paz, es, sin duda, el hecho de que se trata de un don esencial de Dios como lo es la misma vida. Pero ese don, como la vida, se nos confía y somos responsables de él. De ahí que sea un don y, a la vez, un reto, una responsabilidad.